La artrosis es una enfermedad articular degenerativa que afecta al cartílago, hueso y tejidos blandos de la articulación. Se encuentra dentro del grupo de las enfermedades reumáticas y, dentro de esta clasificación, constituye un tipo de artritis.
Puede manifestarse en la cadera, rodillas, manos, pies y en la columna vertebral, siendo las tres primeras las más frecuentes. Su sintomatología se caracteriza por:
Esta enfermedad, supone que, hasta la tarea más habitual puede convertirse en un gran obstáculo para quien la padece, provocando un desgaste psicológico significativo.
Además, la artrosis puede derivar en otras patologías de carácter cardiovascular o hipertensión.
Padecer una enfermedad articular como la artrosis, puede derivar en una incapacidad permanente. Pero, como para toda incapacidad, será necesario acreditar:
La gravedad de la enfermedad y sus limitaciones, preferiblemente, demostrada a través de informes médicos.
Ya sea por no encontrar ningún tratamiento que mejora la situación o porque, a pesar de haberlo cumplido, no se ha producido una evolución positiva.
También es importante acreditar la relación entre el esfuerzo físico de la profesión habitual y la enfermedad.
Las limitaciones de este grado se traducen en una reducción leve de la capacidad para trabajar. Suele reconocerse cuando afecta a las articulaciones de las manos y pies, el trabajador puede seguir desarrollando su actividad, pero con mayor dificultad.
Es menos común que la incapacidad permanente parcial se reconozca en el resto de articulaciones que hemos mencionado anteriormente.
Se alcanza en situaciones donde el dolor y malestar hacen incompatible el desarrollo profesional, especialmente los que requieren altos esfuerzos físicos; aunque siempre dependerá del tipo de profesión habitual. La incapacidad permanente total suele reconocerse en artrosis de codo, hombro y rodilla, principalmente.
Para este grado, la artrosis impide la realización de cualquier trabajo con la profesionalidad exigida. Puede ser reconocida por numerosas afecciones derivadas: problemas en las caderas, codos, manos, rodillas, muñecas, claudicación al caminar, etc.
Para que se produzca una gran invalidez, la artrosis debe ser de tal magnitud que inhabilite a la persona para cualquier desempeño profesional, además de necesitar a una tercera persona para que le ayude en tareas cotidianas de la vida diaria.